La canícula. El periodo del año en el que el can comienza a despuntar en el cielo matutino. La reaparición de la constelación del Can Mayor (perfectamente visible en invierno en nuestras latitudes), con su refulgente Sirio a la cabeza, nos brinda un momento propicio para la contemplación del firmamento estrellado.

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Desafiaremos al sueño para introducirnos en los vericuetos oníricos de la consciencia y del espíritu contemplativo. Será ésta una excursión nocturna. Nuestro propósito no será otro que acercarnos a las estrellas. Pero nuestra mirada no será una mirada demasiado astronómica o analítica (aunque quizá algo, también). Lo que perseguiremos ante todo será la pausa, la belleza y el deleite contemplativo poniéndonos en perspectiva frente a la bóveda celeste y a la revolución de los astros.

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La actividad dará comienzo a última hora de la tarde en un lugar algo alejado de la ciudad. Realizaremos una caminata (tal vez silenciosa) mientras contemplamos la puesta de sol. Después nos asentaremos en algún lugar propicio en el que podamos hacer alguna práctica sencilla de observación. Tendremos también una breve explicación del firmamento, alguna meditación que nos conecte con los cielos y nos ponga en sintonía con los más altos propósitos galácticos y cósmicos.

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Regresaremos a la ciudad dorada ya bien entrada la madrugada. Es conveniente llevar ropa de abrigo, calzado para caminar por el campo, manta o esterilla para extender en el suelo, linterna, algo de comer y alguna bebida caliente.

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Precio: 8 euros.

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