Pocos entornos serán tan propicios como el de la naturaleza para parar, observar y respirar, y para darnos la oportunidad de conectar con la esencia profunda de lo que somos. La apuesta es la absorción, el asombro, el milagro, el deleite de contemplar con unos ojos sin filtros la maravilla del mundo que nos rodea, más allá de las palabras, de los nombres y de las definiciones de las cosas.

 

Nos sumergiremos en el silencio del bosque, a través de los recodos y los senderos que nos conducirán al núcleo íntimo y sutil del alma de las plantas. De la raíz a las hojas, y más allá de ellas para abrirnos a las altas esferas celestes y luminosas que enmarcan el cosmos primaveral.

 

Plantearemos diversas prácticas de observación, meditación y contemplación: caminando, compartiendo, en silencio, a través de los cinco sentidos, individualmente y en grupo.